LA FUERZA NO PROVIENE DE LA CAPACIDAD FÍSICA SINO DE LA VOLUNTAD INDOMABLE. GANDHI.

miércoles, 24 de octubre de 2012

DIAGNÓSTICO DEL SÍNDROME DE ASPERGER: SITUACIÓN DE CRISIS FAMILIAR.


Los padres cuando desean tener un hijo,  por lo general, tienen expectativas de que nazca sano y se forman un esquema de hijo ideal, Núñez (2007, pág. 86) “El hijo real nunca es el hijo deseado”. La crisis ante la discapacidad del hijo implica la ruptura de todos los esquemas llevados a cabo antes del nacimiento. Cuanto más distancia exista entre la representación ideal y la real mayor dificultad y trabajo psíquico para los padres.

El momento de la sospecha y posterior confirmación del diagnóstico de discapacidad de un hijo o hija se puede dar en diferentes etapas de su ciclo evolutivo. Cualquiera que sea dicha etapa promueve una crisis familiar y dejará en ella una impronta inevitable y de gran peso en todos sus miembros. Cuando la crisis aparece implica un desequilibrio a nivel familiar con efectos que pueden ser difíciles de aceptar por la propia organización familiar, produciendo además un fuerte estrés a todos los miembros de la familia.

Las familias refieren “un antes” y “un después” del diagnóstico, los padres nos comentan que:”fue como un jarro de agua fría”, “como un descanso ya que no podían con la incertidumbre”, “alivio por saber cómo se llama lo que tiene mi hijo”, “se me cayó el mundo encima”, “no puedo con esto”, etc. Estas frases  se traducen en mayor incertidumbre, preocupación, inseguridad sobre el futuro, ruptura de proyectos, expectativas e ideales, trasformación de hábitos y costumbres que distinguían a la familia hasta entonces.

En toda crisis se hace inevitable la elaboración del duelo lo antes posible, para activar el proceso de cambio, de crecimiento y adquisición de nuevos logros por parte de las familias de forma grupal y total. El duelo debe ser expresado y facilitar que siga su curso normal, si se le reprime puede transformarse en un duelo patológico, para ello es preciso por parte de los profesionales una aptitud de respeto frente a la familia en cuanto su modalidad y tiempo particular para la elaboración del duelo. Acelerar ese tiempo por las exigencias que impone el inicio del tratamiento, puede llevar a una reorganización precoz que se hace sobre la negación de lo que está sucediendo, más que sobre una elaboración. Esto puede desencadenar situaciones futuras de conflicto familiar.

Los padres se llenan de culpas y reproches cuando no cumplen con las indicaciones que les impartieron los profesionales, sintiendo que se corre el riesgo de que su hijo no se recupere si no cumplen en forma estricta con ellas. La actitud de gran demanda por parte de los profesionales refuerza los miedos e inseguridades de la pareja parental en la interacción con su hijo. Por tanto la aptitud del profesional debe ser la de acompañamiento a los padres desamparados y confundidos en esta etapa inicial de diagnóstico, facilitar el descubrimiento de sus recursos y posibilidades para la asunción del rol paterno y de  todas sus funciones.

La percepción de la familia en esta etapa de crisis  es la de un periodo de cambio con dos vertientes: o para mejorar o para empeorar, es decir, representa para ella una oportunidad de desarrollo o un deterioro psicológico. Por tanto en este periodo tan crítico es decisivo la intervención familiar grupal e individual, según el caso, pues  existe un alto riesgo de padecer un trastorno psíquico o por el contrario un fortalecimiento familiar. Es preciso que los padres sean capaces de enfrentarse a la discapacidad de su hijo para alcanzar un vinculo con él , es decir, debe elaborar y procesar el duelo por el hijo ideal y dar paso al hijo real con su déficit.
           
            De cómo viva esta situación va a depender la aceptación de dicho problema y la forma de buscar soluciones  o  alternativas paliativas. Los problemas derivados de la discapacidad de alguno de los miembros de la familia pueden amenazar el equilibrio y desarrollo de la misma según el aspecto o aspectos de la convivencia que resulten más afectados, las expectativas de los padres, efectos sobre la relación de la pareja, efectos emocionales del cuidado, sobreprotección y disciplina y el papel del padre (Frude, 1991, en Sánchez y Sánchez 2002, pág.355), son un buen ejemplo de dichos aspectos de convivencia.

·         Expectativas de los padres: se debe trabajar con los padres el reconocimiento de las posibilidades de su hijo, deben aprender a medir sus expectativas y demandas hacia este, adaptándolas a sus capacidades reales. Una adecuada valoración de los padres hacia el hijo tiene también un efecto positivo, se refuerza su autoestima y le impulsa a adquirir nuevos aprendizajes.

·         Efectos sobre la relación de pareja: Existen testimonios en los que esta situación ha fortalecido la relación y en otros casos ha sucedido lo contrario. Estos efectos sobre la relación de pareja más que un riesgo en la estabilidad de la familia parece afectar más a aspectos económicos (atención específica de la discapacidad, medicamentos, dietas especiales, etc.) ya que en ocasiones los recursos familiares y las ayudas y subvenciones no suelen ser suficientes.

·         Efectos emocionales del cuidado: Dependen de los apoyos tanto anímicos como materiales que reciben los padres. Existe una gran diferencia entre las reacciones del padre y de la madre y se registra un número de depresiones más elevado en estas familias.

·         Sobreprotección y disciplina: Reacción muy frecuente en estas familias y las consecuencias para la persona discapacitada es que sus posibilidades de desarrollo y de superación de su situación se ven muy reducidas. Algunas familias consideran que deben aplicar una disciplina dura para que los aprendizajes sean más eficaces (malos tratos). La intervención en estos casos debe estar dirigida principalmente a que los padres asuman que estos hijos necesitan enfrentarse a situaciones nuevas, igual que otras personas sin discapacidad, ya que estas experiencias son el motor del desarrollo, aunque se encuentre limitado.

La forma de proceder en los casos que se han descrito difiere en función del tipo de discapacidad, del contexto socio-económico de la familia, del tipo de profesional que aborda el caso, etc.
 BIBLIOGRAFÍA


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2 comentarios:

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  2. Yo soy una chica de 21 años y a los 11 o 12 años me diagnosticaron Asperger. (P.D: anteriormente me habían diagnosticado con TDAH leve sin hiperactividad). Cuando me enteré de mi diagnóstico me reboté y no quise aceptarlo. A los 15-16 años aprox me di cuenta de que realmente yo era diferente a los demás por mi discapacidad invisible y crónica. Ahora estoy en 3º de carrera gracias a todo lo que lucharon y siguen luchando mis padres: educación integrada con aula de PT 1 2 o veces a la semana para recibir Educación Especial, Adaptaciones curriculares, por poco me consiguen el Certificado de Discapacidad, PAU/Selectividad especial para alumnos con discapacidad, profesoras particulares, años de psicoterapia y de terapias grupales con más gente con Asperger para aprender y trabajar habilidades sociales... Y ahora lo que más preocupa a mis padres es mi futuro social, laboral y económico (también les preocupa el futuro de mis otros hermanos; que no tienen ninguna discapacidad, pero les preocupa mucho más mi futuro). Yo ahora mismo dependo muchísimo de mis padres para la edad que tengo y sinceramente pienso que alcanzar la plena autonomía va a hacer un reto casi imposible. Mis padres, mi psicóloga y yo sabemos que me costará muchísimo más que a las personas normales lograr ser 100% independiente; también sabemos que a muy buen seguro necesitaré muchas ayudas para lograr ser más o menos "independiente"... Yo me conformo con ser semi-independiente y que alguien me supervise (la gran mayoría de las personas como yo, a largo plazo, podremos llevar una vida más o menos "normal" pero con supervisión). Y mis padres no sé con seguridad si ellos pasaron por el proceso de duelo al enterarse de mi discapacidad (el asperger); pero he comprobado que el camino que ellos han hecho para que yo esté donde esté ha sido muy duro y difícil; con miedos, incertidumbre... Pero gracias a Dios ellos y mis hermanos me aceptan pese a yo ser diferente a los demás y pese a que me costará mucho integrarme en esta sociedad. Y también he recibido (y a veces, sigo recibiendo) muestras de paternalismo; que en su día me molestaron pero que ahora agradezco y me gusta recibirlas :)

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